La VITAMINA C o ácido ascórbico es una de las vitaminas hidrosolubles con mayores demandas por parte del organismo. Es la única que actúa sóla (sin unirse a nada) para conformar una enzima y sircula por todos los fluídos del organismo hasta que su exceso es excretado por la orina. Aunque está ampliamente extendida por la naturaleza y la encontramos en la mayoria de las frutas y verduras, es muy inestable (sobre todo a la luz, oxígeno y temperatura elevada) por lo que la mayor parte de los procesos de cocinado la degradan casi por completo  (importancia de consumir una parte de las frutas y verduras frescas). Los ácidos contribuyen a estabilizarla, por eso se encuantra en mayor proporción en las frutas de reacción ácida como los cítricos.

Con numerosas funciones para la protección y mantenimiento de nuestras estructuras celulares y nuestro sistema inmune, su carácter 'hidrosoluble'  condiciona su administración óptima a un flujo constante en pequeñas dosis repartidas a lo largo del día (el cuerpo sólo puede usar entre 30 y 50 miligramos de cada vez).

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